domingo, 16 de diciembre de 2007

Recursión

Venía caminando por la calle Chacabuco cuando sentí un sacudón lo suficientemente fuerte como para apartar mi atención de la luna. Estaba cansado y pensé que quizás había tropezado con algo ya que me encontraba casi a tres metros de donde recordaba estar dos segundos atrás, y yo no camino tan rápido. Me di vuelta con la intención de encontrar una piedra, una baldosa fuera de lugar o algún otro objeto que pudiera haberme quitado el equilibrio, pero lo que encontré me desestabilizó aún más. Había un tipo de espaldas parado frente a mí. Estaba inmóvil, petrificado, como si hubiera visto algo terrible. La primera sensación que invadió mi cuerpo fue el miedo, ya que era bastante tarde y no había nadie alrededor más que él y yo. Temí que fuese un ladrón o un asesino, o ambas cosas, pero el miedo se fue desvaneciendo al ver que el otro no daba indicios de querer moverse. Noté que tendría mi edad ya que su contextura física era muy parecida a la mía y llevaba puesta la misma ropa que yo. Pensé entonces que sería alguien como yo volviendo tarde a su casa, distraído, y que sin darse cuenta había tropezado conmigo en la calle Chacabuco. Noté que su cuerpo había abandonado un poco la tensión que lo aprisionaba unos segundos atrás y me preocupó haberlo lastimado. Entonces con un poco de vergüenza extendí mi brazo y di un paso al frente con la intención de tocar su hombro y preguntarle si se encontraba bien, pero mi brazo nunca llegó a destino ya que él mismo dio un paso al frente con el brazo extendido alejándose de mí. En ese momento sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo y vi como el otro se petrificaba. El miedo volvió a tomar el control de mi cuerpo cuando comprendí que él era yo. Pensé en correr, pero de alguna forma sabía que si corría, el otro iba a correr detrás de mí y realmente no quería agregarle una persecución a esta ya inquietante situación. Pensé que el otro estaría pensando lo mismo y eso me apenó un poco ya que contrariamente a lo que él creyera yo no hubiera ido detrás de él. Yo lo hubiera dejado correr y perderse en la noche para no verlo más. En fin, no iba a correr y él tampoco así que habría que resolver esto de alguna forma más elegante.

--Relajémonos un poco y pensemos –me dije a mí mismo. Me causó gracia oírme decir eso en voz alta ya que mi intención era expresar un monólogo interno y sin embargo me estaba hablando a mí que me encontraba a unos metros de distancia de donde yo estaba parado. El otro también rió y por un momento la situación fue más soportable, pero inmediatamente después, un poco culpables por estar divirtiéndonos con lo que parecía ser una situación grave, ambos tomamos una postura más seria y reflexiva. Estaba cansado así que dejé mi mochila en el piso y me senté con las piernas cruzadas y con la intención de resolver este problema. Repasé los hechos en mi mente intentando encontrar algo que me diera un indicio de cómo había llegado a esto. Volví atrás cada paso en mi mente sin éxito. Nada de extraño había pasado antes de sentir ese fuerte sacudón que capturara mi atención unos minutos atrás. Vi que el otro también estaba repasando los hechos en su mente ya que movía lentamente la cabeza como enumerando los ítems de una lista o estableciendo variables para resolver un problema y yo suelo hacer eso. Una idea interrumpió mis pensamientos abruptamente. Recordé que él había dado un paso al frente cuando yo había querido acercarme, y todo se volvió infinitamente más complicado: delante de él había otro igual a él, igual a mí, otro que se alejó cuando él preocupado quiso acercarse. Me incliné un poco hacia la derecha para ver al que estaba delante de él pero como era de esperarse el otro también quiso ver y si mi teoría era correcta, ninguno de los dos pudo ver nada. En ese momento me sentí muy irritado conmigo mismo y quise buscar una piedra para tirarle en la cabeza a mi otro yo, pero mientras movía mi mano por el piso buscando esa bendita piedra pensé en lo poco que me gustaría recibir un piedrazo en la nuca. Y entonces lo entendí. Existía la posibilidad de que detrás de mí hubiera otro igual a mí, y detrás de él otro, y de haber tirado esa única piedra quien sabe cuántos de mí hubieran resultado heridos. Sentí en ese momento humildad. Sentí compasión por todos nosotros que nos encontrábamos en esa situación y entendí que la única forma de resolver mi problema era resolver el del otro. Era mi deber ponerme de pie. Era mi deber darme vuelta y no encontrar a nadie. Era la única forma de terminar con esto. Sí, tenía miedo. Sabía lo que eso significaba. Si yo no encontraba a nadie el otro no iba a encontrar a nadie tampoco. Sabía que él también tenía miedo porque podía verlo temblar, pero bueno, siempre fui una persona lógica y estaba seguro de que él también. Había que hacerlo, era la única forma de romper la recursión, la única forma de vencer al infinito. Dándole un fin, y esa era mi responsabilidad. Mientras me ponía de pie se me ocurrió que quizás no era yo el que había resuelto el problema y eso me apenó un poco. Luego entendí que era lo mismo quien había resuelto el problema ya que todos los que en ese momento ocupábamos quien sabe cuántas veredas de la calle Chacabuco éramos el problema y la solución. Le eché una última hojeada al otro que estaba de pie frente a mí, lo saludé y me di vuelta riendo. Tomé mi mochila del suelo y caminé las cuadras que faltaban.

martes, 11 de diciembre de 2007

Psicosomático

Hoy me di cuenta de que mi cara era de piedra y mis brazos de goma. Soy casi como los 4 fantásticos. Hasta me puedo hacer invisible, pero después no sé como volver. Me cuesta tomar altura y me cuesta correr. Ah, y a veces me caliento, pero siempre conmigo mismo. Fantástico…

Inconsciente Colectivo

Voy en el colectivo como todas las mañanas y como todas las mañanas miro hacia afuera. No sé que busco, pero sé que adentro no está. Adentro solo hay gente. Voy con la cabeza contra la ventana. El bondi salta y yo nada. ¿Qué son unas neuronas más o menos? Mejor. A veces sangro. Siempre poco.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Frágiles

"Si sta come d´autunno, sugli alberi, le foglie"

Giuseppe Ungaretti

Monstruo

I. Desintoxicándome

Ellos no me ven, pero tienen que oír mis pasos. Soy como un fantasma. La cadena me falta nada más. Soy el que está siempre al borde de caerse de tanto esquivar gente, el de los zancos imaginarios, el malabarista de las emociones, el monstruo. No creas que no me respeto. Me respeto tanto que decido no seguir escribiendo esta porquería.

II. Misterio

Los monstruos no existen. ¿Por qué la gente no quiere irse a dormir? ¿Por qué hay tantas luces prendidas cuando es tan tarde? ¿Por qué no queremos estar solos? ¿Por qué corremos? ¿Por qué lloramos? ¿Por qué gritamos? ¿Los monstruos no existen?

III. Neotenia y el rechazo de la lógica

Los monstruos dejan de ser monstruos cuando los chicos dejan de ser chicos.
Los chicos dejan de ser chicos cuando los monstruos dejan de ser monstruos.
¿Tiene que morir el chico para que muera el monstruo? Por mi no.

jueves, 16 de agosto de 2007

Ciudadano del Mundo

"Un hombre honesto no es ni francés, ni alemán, ni español, es Ciudadano del Mundo, y su patria está en todas partes"

Cyrano de Bergerac

miércoles, 15 de agosto de 2007

Tissue

Me resulta sospechoso que habiendo alcanzado el nivel tecnológico que poseemos hoy en día, habiendo puesto hombres en la cima del espacio y en el fondo del mar, aún sigamos limpiándonos la cola con pedazos de papel. Reconozco lo poco académico de este comentario, pero es algo que tenía adentro y quería sacarlo.

El primer soñador

¿Quien no soñó alguna vez que se le caían todos los dientes? ¿o que iba al colegio en calzoncillos? ¿o que quería correr y no podía? Creo que muchos de nosotros tuvimos alguna vez uno de estos sueños, o pesadillas. No logro entender como es que personas de diferentes tiempos, lugares y culturas hayan tenido el mismo sueño. Quizás el sueño no fue exactamente el mismo, pero la simbología si. Sea lo que sea que el inconsciente quiere decirnos a través de estos sueños, suele utilizar el mismo léxico en la mayoría de las personas. Esto me resulta sumamente interesante ya que no creo que este léxico sea aprendido culturalmente. ¿Podría ser entonces que los sueños fueran genéticamente hereditarios o al menos su simbología? Y si esto fuera así, teniendo en cuenta las distancias espaciales y temporales de los soñadores, ¿no sería concebible al menos como teoría que todos aquellos que compartimos esta simbología onírica provengamos de un único ser que la tuvo en primer lugar?

Cumpleaños

Se me ocurre que quizás el acto de celebrar el cumpleaños de uno sea mucho mas antiguo de lo que uno cree. Quizás hasta se remonte a tiempos olvidados en los que la vida del hombre consistía puramente en la caza y en la procreación. La vida del hombre en esos tiempos sería frágil y su supervivencia incierta. Me parece lógico entonces creer que la celebración de los cumpleaños comenzara en aquella época, en la que el hecho de sobrevivir año tras año ameritaba un festejo.

Personalmente, creo que los cumpleaños son la representación mas gráfica del tiempo persiguiéndonos.

La Luna y la Horca

Si hubiese sido un sueño probablemente hubiera despertado cuando ajustaban la cuerda alrededor de su cuello. Que no podía correr era un hecho, pero eso no siempre significa que uno esta soñando. Mucho menos cuando los pies de uno cuelgan a cuarenta centimetros del piso. Ahora bien, si no era un sueño entonces quedaban algunas preguntas por responder: ¿porque tenía una cuerda al cuello y porque sus pies colgaban a cuarenta centimetros del piso? La primera pregunta fue la que mas tiempo le llevo responder. La segunda llegó un tiempo despues. Quizas no era su sueño sino el sueño de alguien mas. Pensó en el hombre encapuchado que tenía al lado, pero éste parecía demasiado ocupado como para estar soñando, y la gente... bueno, si la gente hubiera estado soñando ya no importaba, estaban demasiado entretenidos como para querer despertar. Una vez mas, la teoría del sueño quedaba descartada. La gente seguía gritando pero él no podía distinguir los sonidos que salían de sus bocas. Notó que gritaban por los gestos de sus caras. No lo hacían todos al mismo tiempo, se iban turnando. Se le ocurrió una analogía un poco nefasta pero bastante adecuada para el momento. La gente parecía un campo minado en el cual se sucedían pequeñas pero notorias explosiones. A veces por la izquierda, a veces por la derecha. A veces por el centro. Estas explosiones que no eran mas que gritos siempre iban acompañadas por un estremecimiento físico. Musculos tensionados, cuellos hinchados, venas que iban y venían. De repente, un fuerte dolor en su brazo derecho interrumpió sus pensamientos. Agudas punzadas recorrían su brazo desde el hombro hasta la mano y si su garganta no hubiera estado tan oprimida hubiera gritado y su grito hubiera volado mucho mas alto que la gente. Tan alto que ningún campo minado podría alcanzarlo jamás. Pero ese grito nunca voló y su brazo derecho ya no era un brazo, ni volvería a serlo nunca. Nunca más. Ese miembro inerte que colgaba a su lado ya no volvería a escribir, ya no detendría sus caidas, ya nunca se apoyaría en un hombro amigo. Es increible como uno podría catalogar sus sueños de acuerdo a la parte del cuerpo encargada de darles vida. Ese brazo no tenía grandes sueños, pero ahora que se iba ya no los tendría jamás y esa idea le desgarraba el alma mucho mas de lo que una cuerda puede desgarrar la piel, que no es poco. ¿Porque carajo no terminaba todo de una vez? ¿Cuanto faltaría para que esa sensación en su brazo derecho se extendiera a todo su cuerpo y finalmente pudiera descansar? ¿Esa gente se quedaría hasta ese momento? De pronto sintió una fuerte conexión con esas personas, después de todo, eran quienes lo acompañarían en los ultimos minutos (porque sabía que no podía durar mas que eso) de su vida. Esa idea lo reconfortó un poco. "No hay nada mas feo que morir solo" pensó y recordó aquella frase Zen que decía: "Si un arbol cae y nadie lo escucha de todos modos hace ruido?". Una pregunta que siempre consideró bastante idiota pero que de repente no le parecía tan idiota. Y entonces deseó que todo el mundo desapareciera porque quizas asi no moriría. Y finalmente sucedió. El dolor en su brazo desapareció. Se sorprendió de su capacidad de razonar en un momento como ese. Pocas veces había visto ejecuciones de este tipo y siempre en películas, pero en ninguna de ellas el ejecutado parecía estar pensando, a lo sumo uno podría creer que estaba llevando la cuenta de sus estremecimientos, pero nunca hubiera creído que una persona pudiera tener tanta claridad en una situación asi. Él la tenía y no por esto se sentía mas afortunado. Al contrario, hubiera preferido que el dolor fuese insoportable, tan insoportable que en algún momento se volviera liberador. "Si me hubieran pedido una última voluntad hubiera pedido que me apretaran la cuerda mas fuerte" se dijo resignado. La gente seguía escupiendo sonidos incomprensibles a su cuerpo y por mas fuerte que él tratara no podía entenderlas. Y entonces sucedió de nuevo, pero esta vez en sus piernas y por primera vez sintió frío. El dolor ya no era un dolor nuevo y desconocido, y encontró esa idea bastante liberadora. Caminar, correr, patear, saltar, nadar, bailar o simplemente estar de pie ya no eran mas una opción. Una vez un amigo le había dicho que era cuando uno se tropezaba que recordaba tener una pierna. Cuanta razón tenía. Trató de optimizar este pensamiento y llegó a la conclusión de que cuando algo deja de ser, alguien recuerda que éra. Asi como cuando su cuerpo hubiera muerto todos verían que había vivido. ¿Lo notarían? Eso esperaba. Sabía que quedaba poco tiempo, lo sentía y decidió recordar por última vez álgunas cosas que deseaba que fueran con él adonde quiera que estuviera yendo. Recordó la luna y las estrellas y las mujeres, y cuando recordó a las mujeres decidió que era un buen momento para elegir entre culo y tetas. Eligió tetas y recordó algunas bastante especiales. Eligió mar, azul, destornillador y astronauta. Y cuando eligió astronauta volvió a recordar la luna. Con las últimas fuerzas que tenía empujó sus ojos lo mas arriba que pudo y la buscó. No la encontró y eso le dolió mucho mas que nada. La gente seguía gritando. ¡Que contentos estaban! Era un mundo perverso aquel que le había tocado visitar, un mundo donde aquel que trae felicidad se lleva muerte, la cajita de música, la bailarina encerrada, olvidada, el payaso triste, las nubes. Y entonces decidió que no era tan malo dejarlo. Y finalmente entendió porque estaba a 40 centimetros del piso. Estaba volando. Y cuanto mas volaría!. Quizas volviera a ver la luna después de todo. Con las pocas fuerzas que le quedaban inhaló su último aire, ese aire contaminado, ese aire de mierda que por suerte nunca volvería a necesitar y lo llevó bien adentro, casi tan adentro como sus recuerdos mas podridos. Por unos segundos su pecho dejó de temblar y asumió una postura tan noble que la gente se calló. El encapuchado lo vió y sus ojos fueron humildes una vez mas. Y con todo lo que había sido y con todo lo que no volvería a ser dejó salir el aire con tal fuerza que atravesó a su público como un ratón atravesaría un campo minado para desaparecer casi imperceptiblemente en el horizonte. Y luego de ese instante que pareció infinito su cuerpo dejó de ser. Y entonces todo fue muy rapido otra vez. La gente ya no sonreía, ya no gritaba. Por primera vez en sus vidas todos sintieron el verdadero sabor del aire. El encapuchado cortó la cuerda y el cuerpo cayó rompiendo el silencio en miles de pequeños pedazos. Una mujer que estaba en primera fila se acercó al cuerpo y lo miró durante unos segundos tratando de entender algo que no tenía explicación. Finalmente volteó y se dirigió al encapuchado y con una voz casi invisible le preguntó cual era la palabra que estaban buscando. El encapuchado se sacó la capucha y se acercó a la mujer, se acercó tanto que su boca respiraba el miedo de ella. Y le dijo la palabra tan suavemente que todos la escucharon. "Inocente". Todos dieron media vuelta y desaparecieron para nunca volver y cuando ya solo quedaba el encapuchado en esa noche gris la luna salió de atrás de una nube y siguió su rumbo sin notar nunca que el cuerpo que estaba ahí alguna vez había vivido.

La Casa de la Pantera

En la casa de la pantera había solo hombres, y todos querían lo mismo. Había también un árbol, cuya rama más fuerte se extendía por sobre un círculo de cemento de unos dos metros de diámetro que en ese momento significaba el mundo para la pantera. Alrededor del circulo estaban los hombres y uno de esos hombres era yo.
La pantera se movía lentamente, quebrando su andar cada vez que la cadena tiraba demasiado. Sus movimientos desafiantes se perdían en la extensa blancura de su pelaje.
Era hermosa.
Decidí que era mi turno y empecé a trepar la rama desde afuera del círculo, como habían hecho todos antes que yo. Mis manos se aferraban a la madera y mis miedos al cemento mientras cruzaba por sobre el circulo tentando a mi suerte y a la del felino. Todos reían y yo también, pues desafiar a la pantera es cosa común entre los hombres de esta casa. En mi risa, sin embargo, se ocultaba el temor conciente de ser devorado, y debe haber sido este temor el que hizo que mis manos soltaran la rama.

La caída es dura. Golpeo de costado el cemento con mi espalda hacia los hombres, que ya no ríen. Yo tampoco río. El tiempo parece congelarse fuera del circulo. Adentro todo pasa muy rápido. La cadena ya no parece tan fuerte.
La pantera se acerca lentamente hacia mi con la espalda encorvada y la cabeza gacha. La cola sigue su propio camino. Su andar es silencioso, hipnótico, y me paraliza, o también puede haber sido el golpe, o también puede ser el miedo. De tener control sobre mis movimientos me pondría en posición fetal, pero la caída ya lo hizo por mi así que uno de mis problemas esta resuelto. No puedo describir la sensación que inunda mi cuerpo mientras los ojos de la pantera se hacen cada vez más y más grandes, pero si puedo decir que no es miedo. El miedo quedó atrás. Esto es algo mucho peor, o mejor. Es la certeza de la muerte, la total y absoluta resignación a los designios de nadie, la oscuridad creciente, que irónicamente tomó la forma de un gato blanco de gran tamaño.
La pantera arrima su enorme cabeza a la mía y me olfatea una y otra vez, y empuja mis costados con su frente, y me pisa con sus patas, y me vuelve a olfatear. Y poco antes de que el tiempo vuelva a gobernar el mundo fuera del circulo entiendo que la pantera no va a devorarme, ahora se que me ama. La amo con toda la intensidad de mi miedo desdibujado.

Viví con la pantera un tiempo en un mundo sin cadenas donde la libertad no existía para ninguno de los dos hasta que poco tiempo después volví a nuestro hogar para encontrarla reducida a un montón de escombros de color oscuro y forma incierta. La levanté con mis manos temblorosas, ya que su tamaño era ahora concebible y salí corriendo en busca de culpables. Me crucé con personas sin nombre ni rostro sobre quienes escupí mi dolor desde lo mas profundo de mi alma confundida, hasta que la pantera, o lo que ahora era la pantera habló desde mis manos. “Todo va a estar bien. Es lo mejor.”

No había culpables. Nunca volví a la casa de la pantera.

Sobre este blog

Planeo colgar acá cosas que de otra forma morirían en mi disco rígido...
Y si alguien llegara, por alguna casualidad cósmica, a leerlas espero que las disfruten.
Saludos.

Las Doradas Manzanas del Sol

"A veces el sol es un árbol en llamas,
su fruto dorado brilla en el aire tenue,
en sus manzanas habitan la gravedad y el hombre,
el hálito de su culto crece y se extiende
cuando el hombre ve el sol como un árbol en llamas..."

Ray Bradbury